martes, 27 de octubre de 2009

“Cortemos los barrotes de la ignorancia y el analfabetismo”

Este es el lema del proyecto Gutenberg, desarrollado por Michael Hart en 1971.
Todo comenzó cuando Michael estudiaba en la Universidad de Illinois y tuvo acceso a uno de los ordenadores de la época, un Xerox Sigma V. Por entonces en España se hablaba de computadoras, la informática creo que ni siquiera sonaba... Bueno, pues este estudiante pensó que alguna vez los ordenadores se popularizarían entre el público y decidió difundir una copia de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos que tenía en su mochila, luego textos de la Biblia y poemas o escritos de autores clásicos. Este proceso se convertiría en el Proyecto Gutenberg.
En los años 90 Hart dirigía el proyecto, desde La Carnegie Mellon University, ya que esta institución decidió financiarlo. Sería en el año 2000 cuando el proyecto finalmente fue reconocido como persona jurídica independiente, siendo actualmente registrado como una sociedad legalmente constituida sin ánimo de lucro.
El proceso se ha facilitado enormemente, desde el principio en que se escribía directamente, a la actualidad, donde se convierte a texto con la ayuda del software de reconocimiento óptico de caracteres, aunque los libros todavía tienen que corregirse y editarse cuidadosamente para poder ser añadidos a la colección
Los libros editados no suelen tener derechos de autor y a veces son los mismos escritores quienes dan su permiso para ser publicados. Actualmente hay libros en varios idiomas aunque la mayoría están en lengua inglesa.
Los libros se pueden distribuir de forma gratuita, con la única condición, de que el texto debe permanecer inalterado y debe figurar el encabezamiento del Proyecto Gutenberg.
Existen más de 18.ooo libros electrónicos producidos casi todos por voluntarios.
Esta biblioteca on-line universal ( a la que se accede a través de
www.gutenberg.net) es posible gracias a la colaboración de los 5.000 voluntarios que ayudan a la hora de digitalizar y editar los libros. La colección incluye un buen número de libros de autores españoles de reconocido prestigio como Pío Baroja, Bécquer, Blasco Ibáñez, Cervantes, Espronceda, Juan Ramón Jiménez, Pardo Bazán, Juan Ruiz o Zorrilla, entre otros.
Así que en caso de necesidad, lo tenemos bastante fácil poder acceder a esta página para consultar los libros de siempre.

martes, 20 de octubre de 2009

Bibliotecas: ayer, hoy y siempre.

La película de Amenábar “Ágora” nos pone en antecedente de lo que significa una biblioteca y del sentido histórico que posee como fuente, acumulación de sabiduría y como no, de poder.
Regidas por una élite intelectual y económica se situaba fuera del alcance del pueblo, que no tenía acceso a los conocimientos y por otro lado tampoco interesaba, ya que su misión era mantener las instituciones, creadas por y para la clase poderosa.
Muchas veces hemos leído y visto películas en las que aparece escena de quema de libros, que al menos a mí, siempre me sobrecoge porque supone una intransigencia y falta de libertad, aparte del conocimiento destruido y perdido para siempre. Podemos decir que eran otros tiempos…no tan lejanos.
Ahora, centrándome en las bibliotecas actuales, he comprobado el grado de evolución y asimilación de las nuevas tecnologías. Puedo recordar (gracias a mi edad) cuando para encontrar un libro había que acudir a un fichero, metido en un mueble siempre viejo y rellenar una ficha que llevaba su tiempo, esto lo entregabas a la bibliotecaria que con cara de circunstancia se adentraba entre las estanterías perdiéndose entre un olor a humedad y papel viejo. Este recinto era como un santuario al que solo podían entrar el personal autorizado.
Hoy día el cambio es visible. Bibliotecas luminosas, modernas y provistas de todo lo necesario para la comodidad del usuario y del bibliotecario. Al menos esto es lo que dio a entender David, la persona que se encargó de mostrarnos la Biblioteca de la UPO.
Esa tarde nos enseñó el proceso de incorporación de los ejemplares que llegan a la biblioteca a través de diferentes vías y que es seleccionado por el personal cualificado hasta que queda listo para su consulta. Tengo que decir que es más complejo de lo que pensaba y también más aburrido.
Todo este trabajo se simplifica bastante a través de las nuevas tecnologías. Por citar alguna, David nos explicó unas bandas que se adhieren al libro y proporcionan toda la información sobre el ejemplar a través de un detector parecido a una pistola. Este sistema es especialmente útil en caso de extravío o de inventario.

Aquí llegamos a un punto en el que nos explica todos los adelantos tecnológicos en la nueva página de la Biblioteca, y yo me pregunto hasta que punto estamos preparados para afrontar esa cantidad de información que se nos viene encima. Ya no la información necesaria para trabajar las asignaturas, sino la información o las instrucciones para poder acceder a ella mediante el sistema informático.
Reconozco la dificultad por mi parte en lo que respecta a este apartado. Por poner un ejemplo, la página de la Biblioteca, llevo consultándola asiduamente por necesidad durante cuatro años. Me doy cuenta, que no utilizo ni la cuarta parte de lo que se ofrece.
Por tanto, me vuelvo a preguntar si tanta tecnología es usada correctamente, o mejor, si es usada asiduamente y si todos estamos preparados para eso.
Creo que con el tiempo, habrá una selección de las herramientas más usada y útiles, con el fin de facilitar la labor a los que no estudian informática ni son expertos en el tema.
Con estas premisas, considero que la tecnología nunca se impondrá totalmente en la biblioteca mientras el ser humano no se convierta en un autómata, y confío en que esto no ocurra por el bien de todos.

La perdurabilidad de un libro proporciona un asidero al que agarrarse en caso de naufragio vital. Se puede convertir en tu mejor amigo, al que acudes cada vez que lo necesitas. No importa que sea La Biblia, El Corán o Platero y Yo, cada libro tiene su alma, su esencia. Esto es lo que nos atrae.